Nada como la crítica constructiva. Un encuentro entre emprendedores e inversores ha puesto sobre la mesa los principales errores que cometen unos y otros a la hora de afrontar un proyecto empresarial. Los resultados han servido para saber de primera mano qué es lo que se necesita para fomentar la creación de empresas viables, generar beneficios y consolidar la supervivencia. Esta puesta en común, organizada por los responsables del Salón MiEmpresa, ha llevado a los inversores a la conclusión de que el error más frecuente entre los emprendedores es su escasa capacidad de gestión. Por el contrario, éstos señalan el cortoplacismo de los inversores como principal defecto. De forma resumida, estos son los errores más comunes de los emprendedores: –     El valor real de una idea no es tan precioso como creen los emprendedores. Un inversor busca más capacidad de ejecución y más talento global de equipo. –     En este sentido, además, un porcentaje elevado de emprendedores muestran más preocupación por fomentar su marca personal que por tener una visión más empresarial que les ayude a saber si su empresa va a ser rentable o con recorrido. –     Igualmente, los emprendedores no dan mucha importancia al plan de negocio y escalabilidad de la empresa. No suelen hacer correctamente las cuentas. –     Para terminar, muchos emprendedores no terminan de entender la importancia de empezar un proyecto con recursos propios y alcanzar unas ventas razonables antes de iniciar las diferentes rondas de inversión. Y estos son los errores más habituales de los inversores: –     Los inversores buscan la rentabilidad inmediata. Son mayoritariamente cortoplacistas. Del mismo modo, están más preocupados por cómo van a disolver la unión y recuperar su inversión, que en generar mayor valor en la empresa con el que solventar etapas más complicadas. –     Faltan inversores que, una vez logrado el objetivo empresarial, dediquen parte de los beneficios a proyectos en los que prime más el crecimiento global que la búsqueda de beneficios. –     Falta una financiación más valiente. Una inversión que permita lanzar la compañía sin tener que estar permanentemente buscando nuevas vías de financiación. –     El inversor va “a la defensiva” frente al plan de los fundadores y, según contrato, legalmente puede desvirtuar y adueñarse del proyecto.

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